Por Pilar Sanchís – Podóloga
Como podóloga, siempre estoy en la búsqueda de herramientas que mejoren los resultados clínicos y el bienestar de mis pacientes. Hace algún tiempo incorporé el láser RÁPIDO PODIA (1064 nm) a mi práctica clínica y, desde entonces, se ha convertido en un recurso clave, especialmente en procedimientos quirúrgicos sobre la lámina ungueal.
En mi experiencia, este tipo de láser ha demostrado ser altamente eficaz como complemento en casos de onicocriptosis con necesidad de matricectomía, así como en el tratamiento de granulomas piogénicos y otras afecciones del lecho o matriz ungueal.

¿Por qué utilizo el láser en cirugía podológica?
Estas son las ventajas más destacables que he observado al sustituir técnicas tradicionales por el uso del láser:
Precisión y control térmico: La longitud de onda de 1064 nm permite una absorción precisa en tejidos blandos profundos, con mínima dispersión térmica. Esto reduce el daño colateral en estructuras adyacentes, algo esencial en zonas tan delicadas.
Hemostasia intraoperatoria: Gracias a la fotocoagulación que genera el láser, el campo quirúrgico permanece limpio y bien controlado. Esto mejora significativamente la visibilidad durante la intervención, haciendo que el procedimiento sea más seguro y eficaz.
Menor dolor postoperatorio: He notado en numerosos casos que el uso del láser reduce considerablemente la inflamación y el dolor postquirúrgico. Esto representa una clara ventaja frente a técnicas clásicas como el uso de alcohol-fenol, gracias al efecto fotobiomodulador del láser.
Efecto antimicrobiano: El láser también actúa como coadyuvante en el control de la microbiota local, disminuyendo el riesgo de infecciones postoperatorias, algo que todos los profesionales valoramos enormemente.
Para estos procedimientos, realizo una anestesia troncular digital, bloqueando la base del dedo afectado con mepivacaína o lidocaína sin vasoconstrictor, lo que garantiza una intervención cómoda para el paciente. Es importante recalcar que, aunque el láser ayuda a reducir la necesidad de medicación postoperatoria, la anestesia durante la intervención sigue siendo imprescindible, sobre todo cuando se trabaja a profundidades mayores de 4 mm.

Tratamiento postquirúrgico con láser: una ventaja extra
Después de la intervención, aplico el láser en modo terapéutico como parte del proceso de curas. Este protocolo, que ya forma parte de nuestra rutina, ha demostrado múltiples beneficios:
Bioestimulación local: Favorece la regeneración del tejido perionixial al activar los fibroblastos y estimular la síntesis de colágeno.
Control del edema y del dolor: Gracias a su efecto antiinflamatorio profundo, mejora la recuperación del paciente, reduciendo e incluso eliminando la necesidad de AINEs.
Efecto antiséptico: El láser ayuda a mantener baja la carga bacteriana en la zona quirúrgica, lo que minimiza el riesgo de sobreinfecciones.
Con cada caso clínico, confirmo que el láser no es solo una herramienta complementaria, sino un verdadero aliado en la mejora de la experiencia quirúrgica y postoperatoria del paciente. Sin duda, su incorporación ha supuesto un antes y un después en mi práctica podológica.